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El poder de las herramientas ágiles en el "Coaching" Ejecutivo
Empecé a hacer acompañamientos a ejecutivos de forma regular hace unos 4 años. Es hoy una de las cosas que más hago en WORKS además de workshops y charlas. No le llamo Coaching porque el término está muy manoseado y digo acompañamiento porque es un espacio valioso para pensar y hacer juntos.
¿Y cómo lo hago? Suelo hacer 4 sesiones (que a veces decidimos extender de mutuo acuerdo) pero que personalmente prefiero mantener así: focalizadas.
Durante las sesiones tomo notas a la antigua: con lápiz en mi cuaderno. Escucho con atención, y escribo lo que resuena: alguna frase textual, alguna idea que se me viene para la próxima sesión. Pongo asteriscos o encierro en círculos lo más importante. Antes de la próxima sesión siempre vuelvo a esas notas: para mí es ahí donde está el destilado que hace que la magia suceda.
Escuchar. En la primera escucho mucho. Quiero entender quién es esa persona: su recorrido, aspiraciones, desafíos y énfasis. La clave es comprender la historia y cómo se cuenta. No sé bien por qué, pero siempre me ha resultado fácil empatizar con las personas, por distintas que sean.
Co-crear. En la segunda sesión invito a que trabajemos en torno a alguna herramienta ágil (Radio de Explosión, Poker de Delegación, Motivadores…) que nos ayude visualmente a entender en qué estamos y poder ver lo que a veces se nos esconde. La conversación es muy necesaria, pero no basta. Las herramientas son clave para descubrir y profundizar.
Adaptar: Cada proceso es único. No aplico herramientas por inercia, sino que las voy eligiendo caso a caso. Y a veces esa herramienta indicada hay que salir a buscarla.
Transformar: En la última sesión generamos un plan de acción de corto / mediano / largo plazo con distintos stakeholders (equipo directo, pares, jefaturas…)
¿El resultado? Claridad y perspectiva. El día a día de las organizaciones está repleto de fragmentaciones y rebalses por lo que es revelador poder mapear y ver tu realidad. ¿Y la moraleja? Hay que observar y luego actuar: hacer espacios -y no atiborrar- para generar balance e integración.